En Valleseco destacan dos zonas principales: la zona meridional o de cumbre, que es la más despoblada; y la zona septentrional que eligieron desde antaño los primeros habitantes del pueblo para establecerse y alrededor de la cual fueron surgiendo los distintos barrios que hoy conforman el municipio. Zumacal, Monagas, Zamora, Barranquillo se encuentran en la parte baja del municipio; más arriba están El Recinto, Lanzarote, Madrelagua, El Lomo y en la parte oeste, Caserón, Troyanas, Carpinteras, Valsendero y Barranco de la Virgen.
Zumacal
El nombre del Zumacal evoca el color rojo de su tierra, el “zumaque”, que antaño servía de tinte y que domina en un paisaje de lomas y barranquillos. En este barrio situado en la parte más septentrional del municipio destacan espacios naturales de gran belleza y, al mismo tiempo, de importancia ecológica para la recuperación de la vegetación de laurisilva. Estos son La Laguna de Valleseco, el Pico de Osorio y el Barranquillo de las Ánimas. A través de senderos, podemos llegar hasta la Fuente de los Chorros, rodeada de bosquecillos de robles, castaños y eucaliptos; y, poco más adelante, obtenemos una de las mejores panorámicas del Barranco de la Virgen.
De gran valor para los vecinos es la Iglesia en honor a la Virgen del Carmen que han ido construyendo poco a poco con sus propias manos y cuyo comienzo fue idea de un misionero carmelita que llegó a estos lares. En ella se celebran gran parte de los actos de las Fiestas del barrio allá por el mes de Julio.
Monagas
“Monages” era al parecer una planta ya extinta, que crecía en esta zona y de la que deriva el actual nombre de Monagas. Este barrio nos lo encontramos desparramado por las laderas y el cauce del tramo medio del Barranco del Rapador, cuyos terrenos han sido profusamente aprovechados para cultivos, conservándose en los riscos restos de fayal-brezal.
Las paredes de los riscos de Monagas ocultan un pasado aborigen. Lo que hoy en día son casas cueva y alpendres constituían en otro tiempo cuevas en las que habitaron nuestros ascendientes prehispánicos. Probablemente durante las épocas estivales subían desde la costa buscando los pastos de las medianías y las cumbres. Estas oquedades naturales en la roca les servían entonces como vivienda temporal. Hoy en día se las conoce popularmente como las Cuevas del Masón.
Zamora
El topónimo de Zamora se remonta al repartimiento de tierras de 1.600, cuando llegó al municipio un tal Juan de Zamora, originario de esa provincia. De ahí proviene el nombre de este pago, así como otros topónimos existentes también en la provincia peninsular como Villaseco y Sobradillo de Arriba, que se trasladaron a lugares de aquí.
Como parte del Parque Rural de Doramas, junto a la vegetación de codesos, escobones y laureles en barranquillos y los cultivos de papas, millo y frutales, coexiste un paisaje de casas diseminadas, muchas de ellas de arquitectura tradicional. A la entrada del barrio, desde el Mirador del Balcón de Zamora podemos observar una magnífica panorámica de Teror; y, muy cerca, una imagen característica, el antiguo lavadero de Zamora con su techumbre de tejas y madera a imitación del estilo de la casa tradicional canaria, donde hasta hace bien poco se podía ver a las lavanderas realizando su labor.
Barranquillo
Valle estrecho que discurre entre el Lomo de Zamora y el del Quemado hasta llegar al Caserón, sus límites se marcaron por cruces que simbolizan la fe de los mayores. Arriba en el Lomo del Prado, encontramos la Cruz del Siglo que se sitúo a principios de centuria en este sitio de paso del Camino de mar a Cumbre, que comunicaba el Recinto con Valsendero antes de apertura de la carretera de enlace con este barrio. Más abajo la Cruz de las Misiones, la de la Farola, la de la Herrera, la del Lomo de Zamora, el Quemado y Lomo Enrique.
En este paraje de pronunciadas pendientes y estrechas veredas, se encaraman algunas casas de estilo tradicional, formando caseríos como el del Convento. Laureles, escobones, eucaliptos, castaños pueblan las laderas, mientras que el fondo más umbrío y húmedo del barranco alberga vegetación de laurisilva.
Rico en agua, este barranquillo en otro tiempo servía de lavadero improvisado a las mujeres. Hoy en día, manan aún alguno de los múltiples nacientes que brotaban a lo largo de todo el curso del barranco. El Zumaque, la Tanquelera, el Convento son algunas de estas fuentes que nos regalan su riqueza en forma de agua.
El Caserón
Caserón es otro de los barrios de la parte más baja del pueblo, cuyo nombre proviene tal vez de alguna casona antigua de los alrededores. Había aquí varios latifundios, con terrenos dados en régimen de medianías y casas señoriales de los siglos XVII y XVIII, que aún perduran en nuestros días. Descendiendo hacia el Molinete, nos encontramos con una casa que guarda las estructuras tradicionales de la casa canaria y una de cuyas habitaciones se destinó a una pequeña, pero encantadora ermita. La Ermita de la Virgen de la Silla, que es así como se llama, data del siglo XIX y perteneció a la familia Rodríguez Pérez. La imagen está pintada en un cuadro y refleja a la Virgen María sentada con el niño en su regazo.
Esta se trata de una importante zona de paso del “Camino de mar a cumbre” que viene desde Moya y llega a Teror. En el pasado se situaban aquí dos molinos, el molino del Molinete o el Molino de Abajo, de los que hoy en día quedan vestigios de incalculable valor etnográfico. Quedan también las estructuras hidráulicas para transportar el agua de la Acequia Honda. Estos molinos, que se movían con la fuerza del agua, se colocaban estratégicamente en las rutas de las acequias y en las zonas de tránsito, ya que además solían tener pequeñas tiendas de víveres. En la parte trasera de éste podemos observar esta acequia perteneciente a la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, así como los peldaños que le servían al “acequiero” para acceder a ella.
Como todo el área, es rica en vegetación, especialmente el interior del Barranco de Caserón, que va a confluir al Barranco de la Virgen por el Caidero de los Levantiscos. La dificultad del terreno ha protegido elementos de laurisilva de gran tamaño como laureles, barbusanos o tiles, así como arbustos y helechos poco comunes. Más visibles son unos brezos y fayas de gruesos troncos que se pueden apreciar a los lados de la carretera.
Troyanas
Al adentrarnos por la carretera de Valsendero, es el barrio que nos encontramos después de Barranquillo, desparramado a lo largo del barranco de Troyanas entre el Lomo del Quemado y el Lomo de Troyanas. En la zona de Troyanas se establecieron los descendientes del labrador Alonso de Troya, entre los que sobresalían una serie de mujeres llamadas Úrsula, Constanza, Estefanía y Jacobina, conocidas como las troyas. La voz popular se perpetuó en el tiempo adquiriendo el lugar el nombre de las bellas mujeres.
Entremezclado con el paisaje de casas, terrenos de cultivo donde, dependiendo de la estación y las necesidades del agricultor, crecen papas, millo, cereales o frutales. En las cañadas de los barranquillos, se abren paso los bosquetes de castaños como en el Cardoso. A esta zona no llegan las acequias que cruzan el pueblo, sin embargo, hay nacientes en los que aún mana el agua. Éste es el caso de la Fuente de la Higuera, situada en el Lomo del Quemado, en el Camino Real que parte de Valsendero y llega hasta el Recinto.
En los riscos del Lomo de Troyanas, se excavan unas casas cueva, que se han utilizado desde antaño como refugio de pastores y que posteriormente se han rehabilitado como vivienda, siendo ahora consideradas un yacimiento arqueológico.
Carpinteras
Muy cerca de éste, el barrio de Carpinteras posee esta denominación por la existencia en otro tiempo de algunas carpinterías en la zona.
Desde lo alto se divisa como una multitud de casitas que se dispersan por todo el Barranco de Carpinteras, que más adelante va a desembocar en el del Rapador por el Caidero de los Levantiscos, salto con una caída de más de cincuenta metros.
Descendiendo por el mismo se llega hasta el barrio del Caserón, atravesando la cañada de la Umbría, donde se pueden contemplar casas antiguas de estilo canario, que aún conservan todo su encanto. Se pueden observar también en esta zona las Casas Cueva del Risco del Gómez, lugar donde vivió una familia humilde con gran descendencia, que aún hoy en día es recordada por los vecinos. En la parte alta del barrio, las fuentes del Chorrito y del Junco sacian la sed del caminante que sigue el camino real atravesando el Barranco de Carpinteras hasta llegar a Valsendero.
Valsendero
Enclavado en mitad del profundo Barranco de la Virgen, debe su nombre a un “mal sendero” que debía tomarse antaño para llegar hasta él desde el casco. Flanqueado de altas montañas, en este lugar aún es posible escuchar el sonido del silencio. Es el más alejado de los barrios de Valleseco, por lo que cuenta con su iglesia desde fechas tempranas. Ya en 1.925 se construyó en honor a San Luis Gonzaga, al que veneran con gran devoción los habitantes de este pago, organizando unas concurridas fiestas que se celebran a finales del mes de Junio.
Otro de los sitios que se pueden ver en este pago, es el Taller de cestería, donde también se pueden adquirir cestas de codeso, mimbre y caña, los materiales utilizados por este artesano. En las inmediaciones, se sitúan los vestigios de un antiguo molino de agua, el Molino de Huerta Grande o de Valsendero.
El Barranco
Es el barrio que nos encontramos al bajar por el Barranco de la Virgen y que aún conserva restos de lo que fue el antiguo bosque de Doramas que se extendía por todo el Norte de la isla antes de la conquista. Especialmente en las zonas más inaccesibles como puede ser el Barranco Oscuro, un tributario que alberga uno de los últimos relictos de laurisilva que quedan en todo el mundo, catalogado como Reserva Natural Integral. El bosque de laurisilva en un auténtico fósil viviente de la Era Terciaria constituido por multitud de especies vegetales (barbusanos, saucos, viñátigos…) exclusivas del Área Macaronésica, que sólo se pueden observar aquí.
Éstas tierras eran de las más fértiles y húmedas de Valleseco, por lo que fueron pronto colonizadas. Varias fincas se establecieron a lo largo de todo el Barranco de la Virgen explotándose en régimen de medianería: la Finca de la Peña, la Finca del Cercado, la Finca de la Marquesa. Hoy en día, aún podemos contemplar estas casas señoriales testigos de un pasado floreciente.
El Recinto
Centro de la actividad diaria del pueblo, aquí se encuentran el Ayuntamiento, la Iglesia de San Vicente Ferrer, el Colegio y el Centro de Salud del municipio, así como otros servicios.
La calle principal, León y Castillo, conserva el encanto de sus casas antiguas de estilo neoclásico, caracterizado por la parquedad decorativa reducida a los arcos de medio punto de cantería en las ventanas y puertas. Otros edificios de moderna construcción conservan el estilo de las casas canarias con tejados y balcones de madera, como el Ayuntamiento, la Casa Parroquial y la Casa de la Cultura. En esta calle, se sitúa también la Iglesia de San Vicente Ferrer con su recoleta plaza donde sólo se oye el agua cantarina de la fuente y los trinos de los pájaros.
El Lomo
Situado en las cresterías que se forman entre el valle central que baja desde Calderetas y el Barranco de Madrelagua. Mirando hacia el lado oeste, se puede contemplar el populoso barrio de Lanzarote con sus casas blanqueadas con cal. Hacia el lado este, el Barranco de Madrelagua y el barrio del mismo nombre.
Ya cerca del casco, desde el Lomo de la Rosa, se observan bellas panorámicas que en los días claros se extiende hasta la capital y La Isleta. A lo lejos, la inconfundible Montaña de Valerio con su laderas aterrazadas. Ante la necesidad imperiosa de tierras de cultivo, el ingenio del campesino vence las dificultades que presenta un terreno montañoso e improductivo y lo transforma en fecundas tierras de labor.
Por el Camino de Meleros llegamos a la Fuente de los Mirlos, restaurada recientemente como muestra de la riqueza de agua del municipio y de la historia ligada a su aprovechamiento por la población.
Madrelagua
Enclavado en el Barranco de Madrelagua, uno de los tres principales que surcan el pueblo, debe su nombre a un naciente de agua o “madre de agua”, que se encontraba en este barranco. Está formado por varios barranquillos que van a confluir a uno principal: Barranco del Risco Gordo, del Charquillo, de la Fuente, de la Hiedra. De los distintos cerros que conforman el paisaje, destaca la Montaña de Valerio por los bancales que se construyeron en sus laderas para obtener terrenos aptos para el cultivo de papas, millo o frutales. Éstos siguen dominando el paisaje de esta zona, donde la agricultura sigue teniendo gran importancia. Prueba de ello, es el Concurso a la Papa de Mayor Tamaño, uno de los actos de sus animadas Fiestas en honor a Santa Rita de Cassia, celebradas en el mes de Julio. Otra costumbre ancestral que aún tiene lugar todos los años a mediados del mes de Febrero, es el Rancho de Ánimas, que reúne a un grupo de tocadores que cantan y recaudan dinero entre los vecinos con el objetivo de ofrecer misas a las ánimas.
Perteneciente a este pago, descubrimos los pinares de Cuevecillas, que continúan hasta la Cumbre y hasta los que se llega por pista desde los lavaderos de Tierras Blancas. Constituye un bonito bosque del que disfrutar, muy cerca del casco del municipio.
Lanzarote
La semejanza de nombre del barrio de Lanzarote con el de la isla de los volcanes no es mera casualidad, pues se lo pusieron los primeros habitantes que arribaron a estas tierras procedentes de dicha isla.
Su situación por encima de la cota de los 1.000 metros lo hace el más alto de los barrios de Valleseco y el último que dejamos atrás cuando subimos a la Cumbre de Gran Canaria. Asomándonos al Mirador de los Picos, que está a pocos minutos de esta población, se puede contemplar gran parte de este barrio y del municipio. En su laberinto de calles, donde reside la mayor parte de los vecinos del pueblo, se leen nombres peculiares que nos recuerdan historias de personajes que vivieron en la zona: Cayetano Pérez, Las Molinas, La Era, Cha Dominga, Silvestre… Pilares y lavaderos jalonan las acequias, y las lavanderas representan una estampa que parece sacada del pasado. Singular es el Lavadero de Tierras Blancas, ya en la salida del barrio, con su tejado a dos aguas que aún sirve de resguardo de la lluvia y el frío.
Entre sus tradiciones más arraigadas, está la elaboración del pan en varias panaderías, que conservan en muchos casos los antiguos hornos de leña. Otra costumbre hoy recuperada como fiesta, es la Traída del Tabique la cual tiene lugar en el mes de Agosto en el transcurso de las celebraciones en honor a Santa Rosa de Lima.
En Valleseco se viene produciendo una progresiva pérdida de población del municipio. En el año 1.991, el ISTAC elaboró un informe sobre las previsiones demográficas a nivel municipal (ISTAC, 1996) así, entre las múltiples distinciones que hizo en base a las características demográficas de cada uno de ellos, estableció una denominada "Municipios de difícil recuperación demográfica", incluyendo a Valleseco dentro de esta categoría.
Comparando las tablas de población, vemos un progresivo descenso de la población debido a varias causas. Entre ellas, se pueden destacar la caída de la natalidad que se está registrando en los últimos años en Canarias y el éxodo rural provocado por el decaimiento del sector primario. A esto hay que añadir un índice de inmigración nulo. Únicamente el tramo de edad que supera los 60 años es el que registra el mayor número de ascenso de la población de un año con respecto a otro, fruto todo esto del envejecimiento de la población.
Situado en el sector de Barlovento de la isla de Gran Canaria, el municipio de Valleseco se encuentra sometido la mayor parte del año a los vientos alisios. Estos, junto con la altitud y el relieve, constituyen los principales factores condicionantes de sus características climáticas. Estas corrientes de aire frío y húmedo llegan del mar cargadas de agua y al chocar con el pronunciado relieve de la zona se elevan y condensan formando neblinas. En la parte norte del municipio, hasta los 800 m., se forma el típico “mar de nubes” durante casi todo el año, excepto en verano. En las zonas que quedan bajo estas nubes las precipitaciones son de moderadas a bajas aunque la humedad relativa del aire se mantiene en valores elevados, por lo que resulta un clima templado con veranos frescos e inviernos fríos. Por encima de esta cota y hasta los 1.500 m., en medio de las nubes, se alcanza el máximo de humedad relativa del aire y un fenómeno conocido como lluvia horizontal que aporta una mayor regularidad de precipitaciones. En la estrecha franja del municipio que supera esta altitud domina un clima más seco con un fuerte descenso de la humedad relativa del aire.
Las precipitaciones máximas se producen en noviembre- diciembre- enero con valores entre 110 y 121,5 mm/mes. El mínimo se produce en junio- julio- agosto con valores entre 4,2 y 13,3 mm/mes.
Las temperaturas medias oscilan entre los 10.2ºC en enero y los 20,2ºC en agosto. Las máximas absolutas se registran en julio con unos 34,8ºC y la mínima en enero con 2,4ºC.
Bien entrado el siglo XVI, se comienzan a repartir las tierras de las medianías a favor de propietarios foráneos que no residían en el municipio. Poseían éstos en la costa grandes extensiones de caña de azúcar, una industria floreciente por aquel entonces en los mercados europeos. Pero estos cultivos de regadío requerían una gran cantidad de agua, así como de madera para su posterior refinado en los ingenios azucareros. Es por ello que estos propietarios se apropiaron de estas tierras de medianías, ricas en bosques, así como de sus aguas, creando toda una infraestructura para canalizarlas, que aún perdura en nuestros días. Dentro del reparto de estas tierras y aguas se encuentran las pertenecientes a Valleseco, donde se benefician propietarios foráneos como Juan Escobedo, Alonso de Medina y Antón Zerpa o la misma Iglesia del Pino de Teror. Esta presencia de propietarios no residentes en el municipio se mantiene inalterable a lo largo de los siglos, dando lugar a figuras tales como los medianeros (siglo XIX). Éstos eran los encargados de trabajar estas tierras, los que se establecieron en la zona y que, a cambio de labrarlas, obtenían la mitad de las cosechas. Estos fueron los primeros habitantes de Valleseco, los que comenzaron a escribir su reciente historia, primeramente como pago del municipio de Teror y ya luego como municipio independiente.
En 1842 comienza su andadura con su ayuntamiento propio, siendo por tanto el más joven de los municipios grancanarios. Pero ya entonces poseía una ermita, fruto del empeño de sus feligreses, que antes de su construcción debían caminar largas distancias para asistir a los oficios religiosos en Teror. La gran extensión del pueblo y las dificultades que esto entrañaba para las comunicaciones hizo aconsejable la separación como parroquia y municipio independiente. Eran tiempos difíciles en los que la subsistencia dependía de la bondad de la tierra. La agricultura y la cría de unos cuantos animales proporcionaban el alimento de la familia. Una vida llena de penurias, en la que la supervivencia requería una gran dosis de esfuerzo e ingenio y que obligó a muchos a irse de su tierra en busca de mejores horizontes, sobre todo, en Cuba y posteriormente en Venezuela.
Valleseco, naturaleza verde enclavada en el centro-norte de la isla a 7 kms. de Teror y a 28 de la capital, está formado por dos barrancos principales, Barranco de la Virgen y Barranco de Madrelagua, y un valle central, más seco, del cuál recibe su paradógico nombre el municipio.
A una altura de 1000m. sobre el nivel del mar, Valleseco aparece a menudo envuelto en un “mar de nubes”, que propicia su paisaje verde intenso característico.
Su superficie es de aproximadamente 2294 Ha (22.94 Km. cuadrados), estando limitado su territorio al Norte por el municipio de Firgas, al Este por Teror, al Sur por San Mateo y Tejeda y al Oeste por Moya. Como límites geográficos naturales más notables se pueden mencionar los Moriscos, al Suroeste, el Pico de Osorio al Noroeste y los Riscos de Chapín al Sur.
La laurisilva constituye el ecosistema de las islas, que alberga mayor riqueza faunística con interesantes endemismos. Las especies que requieren más humedad se refugian en las zonas más umbrías, ocultas bajo la hojarasca, las piedras o los troncos: lombrices de tierra, babosas, caracoles, arañas, miriápodos…Entre los insectos endémicos abundan los escarabajos, tijeretas, pseudoescorpiones, saltamontes, abejas y mariposas diurnas y nocturnas. Entre los vertebrados destacan las aves, los reptiles y las musarañas.
De las aves de menos porte, las más comunes son el mirlo, el pinzón vulgar, la alpispa, el herrerillo, el petirrojo, el mosquitero común, el vencejo, la abubilla. Entre las rapaces encontramos el buho chico, el ratonero común o aguililla, el cuervo, el cernícalo y la lechuza; y el pico picapinos, que habita en el pinar. En áreas más degradadas de fayal-brezal y, sobre todo, cerca de las zonas de cultivo encontramos además de algunas de las anteriores, al canario, el verderón, el capirote, el jilguero o “pinto” y el pardillo común o “linacero”.
Entre los reptiles, podemos mencionar los lagartos (Gallotia simonyi stehlinii) endémicos de esta isla y probablemente descendientes de algún saurio norteafricano; y las lisas (Chalcides sextilianus) también características de Gran Canaria.
Del grupo de los mamíferos, se pueden destacar los erizos, que a veces se dejan ver por las noches deambulando con parsimonia y una especie de musarañas exclusiva de las medianías (Crocidura osorio). Más comunes son los conejos.
Buena parte del término municipal (80 %) se encuentra catalogado como espacio natural protegido. Por un lado, el Parque Rural de Doramas ocupa la mitad septentrional del municipio, englobando lugares como el Barranco de la Virgen, donde se puede disfrutar aún de un interesante reducto de laurisilva de gran valor botánico, la Reserva Natural Integral de Barranco Oscuro. Todo el Barranco de la Virgen destaca por una vegetación frondosa que domina el paisaje, aunque es especialmente notable este relicto. La zona del Barranco Oscuro es considerada por los investigadores como uno de los fragmentos más ricos y diversos florísticamente entre los restos actuales del antiguo monteverde insular. Se trata de un barranco con paredes muy pendientes y fuertes acantilados, lo que ha hecho que se preserve una flora endémica que en muchos casos sólo habita en esta zona. Por esta razón, esta zona recibe la máxima protección posible dentro de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Canarias: Reserva Natural Integral. Con esto se quiere evitar que desaparezcan para siempre algunas especies que sólo se pueden encontrar aquí. La cresta de gallo (Isoplexis chalcantha) y la salvia blanca (Sideritis discolor) son dos de estas plantas únicas de las que solamente quedan algunos ejemplares. Predominan laureles y barbuzanos; más dispersos se encuentran acebiños, algunos paloblancos y tiles de gran porte. Los viñátigos son más esporádicos en los riscos, intercalados con matorrales, al igual que ocurre con los mocanes. También es reseñable la presencia de saos en áreas muy umbrófilas. Pequeños bosquetes forman especies introducidas como los castaños, los eucaliptos o los álamos. El estrato arbustivo es especialmente rico tanto por su densidad como por su diversidad, destacándose los manchones de brezos. Otra especie común es el follao y la bencomia. También forman matorrales el escobón, el codeso y la retama. Entre los poleos, merece especial mención una especie de esta zona con características propias. En los riscos y cantiles aparecen comunidades de veroles y cerrajas en diferentes formas.
Esta es una reducida muestra de lo que en su día fue el legendario Bosque de Doramas, que cubría todo el interior de la isla. Con la protección del Parque Rural de Doramas se pretende recuperar a través de la reforestación las pequeñas extensiones de laurisilva que aún se conservan. Entre ellas está el área de La Laguna de Valleseco y el Pico de Osorio. Estas zonas de gran belleza paisajística han sido objeto de una intensa labor de repoblación durante años y hoy en día nos ofrecen una buena representación de este tipo de flora. Cerca de la charca de La Laguna se sitúa también un observatorio ornitológico, donde se pueden observar una gran variedad de aves que llegan hasta este lugar.
La mitad meridional del municipio está protegida bajo el nombre de Paisaje Protegido de Las Cumbres. Se preserva un paisaje de gran belleza, pero al mismo tiempo una zona de vegetación que es muy importante para la captación de agua en la isla. También incluye muchas especies de plantas de interés botánico. La primera, la que domina en esta zona: el pino canario (endemismo canario protegido), pero también están la retama amarilla (endémica de Gran Canaria protegida), los cerrajones y cerrajas, también endemismos canarios, la hierba puntera (endemismo de Gran Canaria protegido), el pastel de risco (endemismo canario protegido), góngano o flor de piedra (endemismo de Gran Canaria protegido). También están presentes el tomillo, la salvia (endemismos canarios protegidos) y el alhelí de cumbre (endemismo de Gran Canaria).
Los pinares de esta zona constituyen pinares de repoblación con menos de cincuenta años de existencia. En 1.953, desde el Ministerio de Agricultura, se promulga un Decreto por el que se declara obligatoria la reforestación de varias fincas de la cumbre. De esta forma, el Cabildo Insular llega a acuerdos con los propietarios formando un consorcio, por el cual éstos últimos cedieron estas fincas, haciendo el Cabildo las plantaciones. Los pinares que cubren los montes de Valleseco (Calderetas, Crespo, Cueva Corcho, Almaderos y Mesas de Galaz) y de otros pueblos de alrededor fueron plantados gracias a estas repoblaciones hechas por el Cabildo.